En el estado español las mujeres representan más del 46% de la población activa, estando la brecha salarial en el 19,3% (la media europea es del 16,4%). Tradicionalmente se ha dado como explicación aparente a esta desigualdad la del menor nivel educativo y las responsabilidades “tradicionalmente femeninas”, algo que ha vista de los datos representa una falacia, pues son el 51,6% de las personas con estudios superiores y el 45% de los que poseen un doctorado. Sin embargo, estos datos no se convierten en mejoras significativas a nivel laboral para las mujeres, cuyo deseo de avanzar en sus carreras no se ve recompensado.
Es por ello que corresponde hablar del techo de cristal: la limitación tácita del ascenso en la jerarquía laboral de las mujeres en el interior de las organizaciones. Este techo limita las aspiraciones y sesga las equiparaciones salariales. Y lo peor de todo, es invisible porque no existen leyes o dispositivos por parte del Estado que impongan una limitación real. Cabe recalcar que muchas de estas diferencias se deben al patriarcado de la sociedad occidental: las tradiciones que vinculan las expectativas según el género. La invisibilidad del techo de cristal es lo que provoca, precisamente, que no sólo sea muy difícil explicar su existencia, sino también combatirlo.
La discriminación que sufren (y han sufrido) las mujeres, lejos de ser un hecho del pasado que hemos logrado abolir, sigue muy presente y, como puede comprobarse, las mejores cualificaciones que reciben las mujeres estadísticamente tanto en los estudios obligatorios como ascendiendo en la pirámide académica no se ve recompensada en el mercado laboral: las mujeres han de trabajar de media 109 días más para ganar lo mismo que un hombre. A esto se añade el problema de la visibilidad, lo que provoca serios prejuicios respecto a las capacidades de las mujeres para acceder a puestos de responsabilidad como para recibir elogios o gratificaciones por su trabajo.
Por ello, han debido de buscarse nuevas explicaciones ante el hecho que aquí estamos describiendo; factores culturales, reparto de roles a nivel familiar, prejuicios negativos, modelos patriarcales y machistas, estereotipos, políticas de empresa, barreras estructurales, la normativa vigente…
Mónica Segovia (2011) no es tan optimista, pues se prevé que el techo de cristal siga vigente por lo menos durante 50 años más y para poder romperlo se requerirán acciones desde muchos frentes.
Federación Comarcal Sur