Circulan entre la comunidad escolar y sus alrededores un número considerable de tópicos acerca del fracaso escolar. Casi todas las consideraciones acerca del fracaso escolar coinciden en señalar lo vergonzoso de la situación en España.
En nuestro texto pretendemos reflexionar sobre la notable diferencia que existe entre considerar vergonzoso el fracaso escolar (en general) o considerar vergonzoso el fracaso escolar en España. Evidentemente serán mayoría los que se decantarán por esta segunda consideración, que parece mostrar el atraso cultural y educativo en este país, sobre todo si se compara con países del centro y del norte de Europa. No siempre se tiene en cuenta que las circunstancias socioecónomicas más parecidas a las de España se dan en los países de la Europa meridional y, por tanto, es con esos países con los que nos deberíamos comparar.
No obstante, creemos que en las reflexiones sobre las altas cifras de fracaso escolar se deja de un lado la ética. El problema reside en que parece que muy pocos consideran malo el fracaso escolar en sí, ya que si el sistema educativo es una herramienta al servicio de un modelo social (presuntamente meritocrático), tiene que servir para clasificar a los alumnos. Y dicha clasificación debe tener sus fracasados y sus triunfadores con todos los términos intermedios y matices que se quieran señalar. Así no es raro encontrar documentos oficiales donde se señalen los retos de lograr un número de fracasados acorde a las necesidades de la economía del futuro. Si nos vamos a la página 7 del publicitado Pacto Social y Político por la Educación hecho público el pasado 22 de abril de 2010 encontramos que:
Diversos estudios internacionales indican que en las sociedades desarrolladas, en el horizonte de los años 2020-2025, sólo el 15% de los empleos serán para personas sin ninguna cualificación. Es decir, si nos referimos a los niveles de nuestro sistema educativo, será necesario que el 85% tenga una formación equivalente a formación profesional de grado medio o bachillerato.
No hace falta ser muy astuto para comprobar que según parece la sociedad futura necesitará un 15% de la población “desarrollada” que ostente el humillante honor de engrosar las filas de los fracasados escolares. No sería raro que estas previsiones fallaran, como hacen tan a menudo. Entonces las nuevas generaciones deberían rezar para que la economía futura no necesite un 30% o un 50% o un 75% de fracasados escolares para los que eufemísticamente denominan empleos sin cualificar. Siempre quedaría la posibilidad de que los “no fracasados” ocupen los puestos para personas sin ninguna cualificación o lo que la gente sencilla llama trabajo de mierda.
Dado que la economía no está al servicio de las personas sino que las personas están al servicio de la economía, los trabajadores de la enseñanza estaremos contribuyendo a construir una sociedad desarrollada si tenemos para ese anhelado año 2020 un 15% de fracasados. Recuerda que si por su buena labor un grupo de trabajadores de la enseñanza y un grupo de alumnos consiguieran resultados positivos año tras año sin dejar atrás a nadie, entonces deberían tener todo el desprecio social por no contribuir a la sociedad desarrollada del 15% de fracasados (escolarmente hablando).
Parece que el fracaso escolar no es un error del sistema como algunos creen, sino una necesidad de la sociedad capitalista y su sistema de enseñanza. Los desajustes del sistema suponen una inadecuación de las cifras del fracaso escolar a ciertas necesidades socioeconómicas, no la existencia del mismo.
Texto extraído del boletín Cero eN conducTa nº 2