El 9 de enero se cumplen 6 meses de lucha por parte de familiares y amigos de Ramón Barrios, joven asesinado por los trabajadores del centro de menores Teresa de Calcuta, en la localidad de Brea del Tajo. Una vez más, las personas indignadas con suceso acaecido en este centro nos hemos concentrado pidiendo justicia, el pasado domigo 8 de enero.
Sobre las 12’00 de la mañana, alrededor de 30 personas nos hemos situado frente a la puerta del centro de menores, coincidiendo con el horario de visitas de los familiares. Se han desplegado tres pancartas en las que se condena el mal funcionamiento de las cárceles de menores (llamemos a las cosas por su nombre) en las cuales bajo la careta de la reinserción hacen gala de ilegales métodos de tortura y brutalidad por parte de trabajadores “no cualificados” que contratan.
Gracias a las fotografías que la familia consiguió durante el velatorio de Ramón, en las que se pueden ven claros signos de violencia, se ha podido pedir una segunda autopsia para conocer la verdadera causa de la muerte del joven.
Lo más absurdo del día, si cabe, ha sido la negativa por parte del centro de no dejar entrar a las familias que se habían trasladado hasta allí ( unas dos horas de viaje) para ver a sus hijos, alegando que no abrían las puertas a causa de nuestra presencia (he de informar que había, ni más ni menos, que cinco patrullas de la guardia civil en actitud bastante relajada ya que nuestra actitud en ningún momento era agresiva). Ante tan sucia estrategia, supongo que para poner a las familias en nuestra contra, nos hemos retirado hasta el otro lado de la carretera para que no pagaran una vez más la falta de profesionalidad con personas inocentes, dejando ver a su vez nuestra solidaridad con los chavales allí encerrados.
Una vez salieron unos y entraron otros volvimos a colocarnos en el mismo sitio asegurándonos de que todos los coches allí aparcados se llevaran el folleto explicativo de nuestra lucha, informándoles de que no están solos y que gracias a la impunidad de la que gozan estos centros de tortura, mañana pueden estar los nombres de sus hijos escritos con dolor y rabia en las pancartas.
