El panorama es desolador. Los efectos que ha dejado la pandemia en su paso por las residencias son como un tsunami, que primero nos pilló desprevenidos, y si a eso le unimos los recortes generalizados en la sanidad pública y en los servicios sociales, que ha generado una pérdida de calidad en todos los niveles, nos ha llevado a una situación de caos y descontrol en cuanto a la gestión de los mismos.
Los trabajadores y trabajadoras no solo se han encontrado con una situación lamentable, sino también con una precariedad en cuanto a medios y falta de personal calificados por los propios compañeros como ‘vergüenza’. Las medidas de prevención laboral son tan deficientes que ha llegado el caso de que no tenían mascarillas para reemplazar las usadas y pulverizar con lejía las mismas para ser reutilizadas.
Si trabajas con una constante carga viral y en estas condiciones, obviamente las posibilidades de ser contagiado y de contagiar a terceros se multiplican. Da igual lo mucho que te apliques y sigas todos los protocolos de actuación frente los usuarios, la posibilidad de infección es mayor sin unos adecuados EPI (Equipo de Protección Individual) y que estos sean desechables. Ante esta situación, compañeros han preguntado al responsable de turno, a lo que, en ocasiones, ha respondido: “esto es lo que hay”.
En un polo apuesto a la situación descrita, el personal se ha encontrado con el mismo panorama desolador, ya que en las residencias hay un alto índice de usuarios con los síntomas del COVID-19, pero con equipos más adecuados, guantes, mascarillas, viseras, gorros, cubridores para proteger el uniforme, etc. También nos hemos encontrado situaciones intermedias donde la equipación generalizada es de guantes y mascarillas y que solo acceden a una mejor protección en casos de atender a usuarios con claros síntomas de COVID-19.
Ante esto no solo podemos decir que el personal se está enfrentando a una enfermedad sino también al miedo, al estrés, la incertidumbre, a crisis emocionales… No olvidemos que trabajamos con personas que cada una tiene sus demencias particulares y que en muchos casos, debido alto porcentaje de casos con síntomas del COVID-19, el personal sanitario se ha encontrado a usuarios muertos. Generando este hecho un problema administrativo, ya que los cuerpos no son retirados por las autoridades competentes hasta pasados unos días debido al gran colapso que se vive hoy en día.
Si anteriormente decíamos que este tsunami nos pilló desprevenidos, lo segundo que aconteció fue que se reaccionó tarde a todos niveles tanto administrativo como empresarial haciendo que todo fuese como un efecto dominó y siempre a la espera de que hubiera una autoridad que dirigiera y liderara, para bien o para mal, toda esta crisis sanitaria.
No dejamos de pensar que esto es una carrera contra reloj y que la sensación es que estamos perdiendo, que la única lógica y ley que impera es la de Darwin y que ante esta barbarie la única solución es el apoyo mutuo, la unidad, y el compromiso. Estar informado de nuestros Derechos Laborales y Sindicales y hacer uso de ellos para nuestra defensa y nuestra mejora es una manera también de ser menos vulnerables. Exigir que cumplan con las Leyes de Riesgos y Prevención Laborales es fundamental para poder parar esta pandemia que está afectando a los más vulnerables, como los mayores. No podemos ir a trabajar en cualquier estado y no vale excusarse en “esto es lo que hay”.
Sección Sindical de ASISPA
CNT Comarcal Sur Madrid
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