Pasados ya unos días tras el 1 de mayo y con la intención de valorar, también las cosas que no siempre salen bien, charlando con otras compañeras de otros sindicatos de CNT sobre cómo enfrentan ese día, cómo se organizan, a qué aspectos dan más importancia o si ven que hay cosas que pueden mejorarse o que faltan, hemos compartido pareceres y contrastado lo que hemos hecho en esta convocatoria del 1 de mayo interseccional. Y al hacerlo hay varias cosas por las que alegrarse.
La primera es que somos diversas. En estas luchas, en estas organizaciones, en la participación, lo que más hay que señalar es la diversidad, diversidad desde los puntos que parten las distintas luchas: quienes no tienen papeles, quienes sienten el racismo en muchos más aspectos de los que podríamos pensar, aspectos tan básicos como dónde vivir, tener acceso a la educación o a la sanidad.
Partimos de que quienes más sufren la desigualdad son quienes se diferencian del modelo normativo: raza, género, sexualidad, capacitismo, tener documentación, vivir en tal o cual barrio o pueblo, tener trabajo con contrato. Todas somos clase obrera, pero no todas sufrimos las mismas opresiones.
Al oír distintas voces con distintas reclamaciones es dónde nos damos cuenta de que este mundo en el que vivimos, su mundo con sus reglas, las del capitalismo (póngase aquí el apellido que se quiera) es el mundo viejo que nos oprime. Nosotras luchamos por ese mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones, corazones que laten de forma diversa, que nos hacen mejores. Y más alegres, sí. Porque la ilusión es alegría.
Nuestro mundo frente a su sistema era el espíritu del lema. Nuestro mundo, el que intentamos construir/vivir y que nos hace estar juntas para estar mejor, vivir mejor. Que no asume que consumir más nos hace más felices, que siempre está contra las guerras que sólo benefician a los capitalistas. Que considera la vida como el centro, que ve en los cuidados y en cuidarnos entre nosotras lo que nos hace más fuertes. Los problemas se resuelven si lo hacemos entre todas, de cada una según su capacidad, a cada una según su necesidad. Que no ve fronteras, sino un planeta que sufre al capitalismo, por definición egoísta y depredador que destruye.
Estamos, hablamos, denunciamos y organizamos juntas.
Me siento alegre, porque siento que frente a la distopía hacia la que nos encamina el sistema hay UTOPIA.
YOLANDA