COMUNICADO COORDINADORA MADRILEÑA DE ARQUEOLOGÍA-CNT EN DEFENSA DE LOS DERECHOS LABORALES VULNERADOS POR LA EMPRESA LURE ARQUEOLOGÍA S.L.
Desde hace meses, en la Coordinadora de Arqueología (Comarcal Sur Madrid) llevamos el seguimiento de un proceso de acción sindical consistente en la reclamación de cantidades adeudas por la empresa LURE Arqueología S.L. y el pago correcto de las dietas por trabajos fuera de la Comunidad de Madrid que fueron negadas en un principio a nuestro compañero y que, gracias a la acción sindical ejercida por la Coordinadora, fueron finalmente ingresadas con tres meses de retraso. Tras meses de comunicación con la empresa en busca de una negociación conciliadora, el pasado 8 de noviembre tuvimos la primera reunión de cara a solventar el presente problema de forma amistosa. Dicha negociación, de infructuoso resultado, se pretendía resolver por parte de la empresa con el pago del 50% de las cantidades adeudas bajo la excusa de «yo no tengo razón, pero tú tampoco» (sic). Esto, desde luego, no sólo agravia y afecta personalmente a nuestro compañero, sino a todo el conjunto de las trabajadoras de la arqueología. De este modo se nos manifiesta que, a pesar de nuestra formación, experiencia y profesionalidad, se pretende infravalorar –aún más– nuestras funciones y responsabilidad, condenando nuestra fuerza de trabajo a un precio inferior del que nos corresponde por categoría laboral al alegar que nuestro trabajo se limita a tareas “sencillas”.
Ilustración 1.- Aquí la tarea “sencilla” de ser a la vez arqueólogo, experto en patrimonio histórico, geólogo, topógrafo, ilustrador, conductor y escritor, que trabaje por 7 y que cobre como medio
Con ello, pretendemos hacer públicas estas prácticas feudalistas tan comunes en la mayoría de las empresas de arqueología. De este modo, en cuestión de apenas 2 meses y medio de relación laboral (de abril a junio del presente año), se ha fluctuado entre la mala praxis, la falta de ética y, como es obvio en el mundo empresarial, la vulneración de los derechos laborales de la mayoría obrera con el no reconocimiento de las categorías de los convenios firmados y del pago de las cantidades pertinentes que llevamos reclamando desde junio de este año. Y nosotras nos preguntamos, ¿hasta cuándo vais a abusar de nuestra paciencia?
Como muchas y muchos colegas de la profesión sabrán, el clientelismo romano, una especie de modelo “protoempresarial” –«aquí todos somos una familia»–, acabaría por evolucionar y sustentar el feudalismo, donde pequeños poderes locales ejercerían su autoridad y, como ya sabemos, de toda autoridad va de la mano el abuso de poder. ¿Nos suena de algo esto?
Este tipo de prácticas, y sin caer en el anacronismo, se ven reproducidas por multitud de empresas donde el patrón refuerza una relación de poder mediante la necesidad y profesionalidad de los perfiles contratados. Es decir, que esperan de esta relación laboral un vasallaje, a pesar de los actos continuos de felonía hacia el trabajador, y olvidándose que, aun cuando son dados aquellos lazos contractuales entre “personas libres”, las y los campesinos, al igual que otras fuerzas obreras dentro del complejo entramado histórico, se organizan y pelean por mejorar sus condiciones, como fueren las revueltas de la Grande Jacquerie y tantas otras que se le sumaron y siguieron en los siglos venideros.
En otro orden de cosas, y continuando con las referencias a Cicerón, se suele pasar por alto, como bien señalaba el autor en sus Verrinas, no sólo el mirar a quién debe encargarse de la reivindicación, sino quién puede hacerla (sic). Como muchas y muchos conocerán, esta empresa tiene vínculos con una gran cantidad de instituciones y grupos de arqueología, un grueso de éstas de corte “progresista” o relacionada, incluso, a las luchas sociales del sector y de nuestros barrios. Ejemplo de ello es el inactivo Centro Revolucionario de Arqueología Social –más conocido como CRAS– con sede en el CSA La Tabacalera de Lavapiés. En esa repetida mala praxis, la empresa ha utilizado los espacios habilitados en dicho Centro Social para sus intereses privados, teniendo a nuestro compañero haciendo parte de su jornada laboral en un espacio colectivo mientras le hacían pasar por un “militante” de dicho grupo. Asimismo, su “oficina” se trataba de la residencia social de la propia empresa, a saber, su piso franco, y que por cuestiones de salud, su solución, más allá del teletrabajo, fue aprovechar el Centro Cultural y Social de Lavapiés como “oficina” en sí misma.
Es intolerable que, escudándose en el victimismo, sigamos tolerando estas prácticas extremadamente normalizadas en nuestra profesión. Esta situación penosa y abusiva del sector arqueológico, al igual que los derechos de las y los obreros de la arqueología, cambiará el día que seamos nosotras y nosotros quien tomemos esos espacios y hagamos de nuestras necesidades la prioridad; espacios que no confluyan con personas que priman sus intereses individuales frente al colectivo para que no nos condenen a esta perpetua situación, podrida por las prácticas clientelares y feudalistas.
No, la arqueología no son cuatro empresarios del “quieroynopuedo” y sus intereses que nos precarizan aún más la vida: es la capacidad de utilizar como herramienta esta ciencia horizontal junto al sindicalismo para poder hacer de las grietas de este sistema un mundo nuevo, más justo, para así transformar el futuro mediante el estudio de nuestro pasado y peleando por nuestro presente.
Cada vez más fuertes, más unidas y más concienciadas.
Coordinadora Arqueología (Comarcal Sur Madrid)