Como toda jornada de lucha, no empieza en la misma jornada de lucha. Y nadie sabe mejor sobre ello que la CNT y, en especial, las 6 compañeras de La Suiza de CNT Xixón que, tras 7 años de constante angustia, va llegando a su fin una etapa donde el poder nos quiere seguir dejando clara su patria potestas, miedo mediante.
Sin embargo, es bien sabido por todas aquellas personas militantes que la lucha es un continuum donde se funde el compromiso, la autodisciplina y la organización en un tiempo donde las horas suelen estar verticalizadas por nuestros trabajos, cuidados y situaciones del día a día, casi siempre precarizadas. Tiempo que, a pesar de la marejada histórica en la que navegamos –bien agitada, por cierto–, es de la unión, el colectivo y la pertenencia. El desempeño de diversas actividades que requieren de anticipación y capacidad de autogestión es lo que permite que, aunque el mundo se empeñe en decir que no somos más de seis, ahora y aparte, seamos más de cinco, más de seis: Somos todas. Todas las personas que luchan por un mundo mejor, un mundo nuevo.
Asimismo, todo funciona desde lo que no se ve, como los talleres de agitación para realizar pancartas semanas antes, todo el proceso de búsqueda de alojamiento, reparto de tareas durante la manifestación o el fletar los autocares que nos llevarán a nuestro destino –por no hablar de los años previos de acuerpamiento, campañas y movilizaciones– a lo que, precisamente, se acaba por materializar en las calles y, posteriormente, en los medios de comunicación: una marea rojinegra que ondea banderas de diversidad y libertad frente al miedo y la violencia de las estructuras que nos quieren ver sumisas y convictas.
Así, entre madrugones y cansancios varios, el pasado sábado 15 iniciábamos la marcha hacia Xixón junto al resto de la Confederación, acompañadas por las federaciones de Madrid y la Regional Centro. Porque estas jornadas de lucha no sólo significan alzar la voz, sino también implican un momento magnífico para el intercambio social entre compañeras, compañeres y compañeros. Nuevas redes, tejidos sinérgicos y vínculos que acompañan nuestros sentires ideológicos. De este modo, tras las cabezadas propias de los buses, los consecuentes ronquidos y los temas de conversación triviales, llegamos a Xixón, donde las compañeras nos esperan en la Casa del Pueblo con el desayuno. Momentos para reorganizarse, coger fuerza y arrancar con la movilización que recorrerá, a partir de las 12, las calles de la ciudad que nos acoge. A estruendo de cohete, y una vez estamos organizadas con nuestros respectivos bloques, las columnas siguen el itinerario que marca el camión de La Felguera que recoge, en tiza, las siglas «CNT-FAI».
No hay sitio en el callejero gijonés ni punto cardinal, en dos horas de recorrido, donde no lleguen los cánticos de «¡las seis de Xixón no entran en prisión!», «¡ni se rinde ni se vende, CNT!» o «¡aquí está la anarcosindical!». Una movilización con más de 2.000 personas según los medios y sin incidentes –es curioso que hablemos de incidentes en las movilizaciones cuando quieren encarcelar a seis compañeras nuestras–; recorrido que finaliza con la postal de una Plaza Mayor engalonada por el himno de “A las barricadas” y las banderas revolucionarias alzadas y enarboladas se pierden en el corazón del humo que las bengalas moradas, rojas y negras despliegan.
Como colofón, la manifestación culmina con el mitin de las organizadoras, represaliadas y voces de diversos colectivos y sindicatos en la Plaza Mayor. Los cánticos siguen recordando, según avanzan los discursos entre fachadas neoclasicistas de época burguesa, que, si bien la Justicia de la que siempre nos habían hablado se ha quitado la venda para, en consecuencia, intentar amordazarnos, seguimos y seguiremos gritando «¡absolución, compañeras de XIxón!».
Cerramos la jornada en la Casa del Pueblo: es hora de comer, confraternizar y celebrar –algo que parece que, en estos días, también quieren arrebatarnos– en ese compás horizontal que nos proporciona el fin de semana frente a la vuelta de nuestros respectivos hogares donde retomar la verticalidad horaria. Con ello y a la espera del fallo del Tribunal Supremo este próximo martes 18 de junio, ya mentalizadas para vitorear el archivo de la causa o, en su defecto para volver con más fuerza que nunca a las calles.
En definitiva, y como rezaba nuestra compañera Lucía Sánchez Saornil hace más de noventa años: «La jornada, esto es lo eficaz; las palabras más o menos fuertes… «no hay que asustarse», son solo literatura».
¡Salud y, más que nunca, Libertad! ¡Hacer sindicalismo no es delito!