
El pasado lunes 28 de abril vivimos en la Comunidad de Madrid una histórica jornada de huelga general educativa a la que estuvieron convocadas todas las figuras laborales de la educación pública madrileña, docentes, personal no-docente y estudiantes, desde el nivel de infantil hasta la universidad; cuestión que no sucedía desde el año 2013 en el contexto de las movilizaciones de auge del ciclo de la “Marea Verde”. La convocatoria fue histórica, por el alcance, pero también, y sobre todo, por el procedimiento: fue una huelga convocada desde abajo, votada y organizada por asambleas centro a centro, y con las cúpulas de los grandes sindicatos corporativos en contra, inclusive la de aquellos autodenominados “de clase” como CCOO y UGT, que están más concentrados en firmar convenios y acuerdos vergonzosos con la Consejería de Educación del PP de Ayuso que en defender las demandas de lsx trabajadorxs y estudiantes de la educación pública.
Desde primera hora la jornada fue un éxito rotundo en las universidades públicas madrileñas, especialmente en la Complutense, con un seguimiento casi total y un buen funcionamiento de los piquetes. En la educación pública no-universitaria el seguimiento fue un poco menor del acostumbrado, cuestión comprensible después de 2 años de movilización y ya 9 jornadas de huelga en el sector, y enfrentando un acuerdo reciente vergonzoso firmado en la Mesa Sectorial, pero los números y energías fueron bastante dignas dadas las circunstancias, y especialmente fue una grata sorpresa el alto porcentaje de seguimiento de trabajadorxs del nivel de infantil. Al mediodía las concentraciones en las universidades y las convocadas por el personal no-docente y docentes del sector no-universitario congregaban cientos de personas agitando y movilizando hacia la gran convocatoria unitaria de la jornada: la manifestación de por la tarde de Atocha-Sol.
Y, en medio de esta jornada de lucha histórica, llegó otro acontecimiento histórico: un apagón eléctrico en buena parte de Europa. A la mayoría de la militancia de nuestro sindicato nos pilló en el CSO La Rosa, donde estábamos preparando la paella popular de la huelga. Gracias a que usábamos cocina de gas y a un generador eléctrico que tienen en La Rosa (¡que viva la autogestión!) pudimos mantener la convocatoria de la comida popular, creando un espacio único en medio de la confusión donde se podía tomar un plato de comida recién hecha caliente y bebidas frías, y hasta amenizado con música. Mucha gente fue llegando a La Rosa por intuición y pudo disfrutar de este momento mágico. Por la tarde nos unimos a la movilización de las universidades en la plaza del Reina Sofía y luego en la cuesta de Moyano, Atocha, donde lógicamente se desconvocó la manifestación y se acordó en una asamblea improvisada intentar convocar en un futuro próximo algún tipo de movilización unitaria que pudiera dar un cierre más digno y justo a esta histórica jornada de lucha. Al día siguiente, el 29 de abril, el sector no-universitario mantuvo la jornada de huelga convocada y la concentración frente a la Consejería de Educación. En medio de la confusión de la resaca pos-apagón, también se logró sacar adelante este día una jornada de protesta digna, aunque lógicamente muy por debajo de lo acostumbrado y esperado dadas las circunstancias.
En definitiva, desde CNT Comarcal Sur, y especialmente desde su Coordinadora de Universidad y Ciencia y la sección sindical de CNT Educación Pública CAM, que son los sujetos de nuestro sindicato más implicados en esta lucha, estimamos que, dadas las circunstancias extraordinarias, las jornadas de huelga fueron todo un éxito, que demuestran que la organización asamblearia desde abajo es el mejor camino para la lucha de la clase trabajadora, y que es un acierto esforzarnos en unificar las diferentes luchas dentro del sector, cuidando de no diluir cada reivindicación específica, para golpear con un solo y contundente puño conformado por todas las figuras laborales, estudiantes y familias organizadas en defensa de un sistema público de enseñanza cada vez más atacado. Frente a los constantes intentos de la Administración por dividirnos, sabemos que la unidad asamblearia de la clase trabajadora desde abajo, desde el respeto y cuidado de nuestra pluralidad, es el elemento fundamental para ganar éste y todos los conflictos. La lucha no acaba aquí y todo indica que parece que será larga y difícil, pero confiamos en que caminamos de la forma y en la dirección correcta. Como dicen desde la selva chiapaneca: vamos lento, porque vamos lejos.