Al cruzar el Plata y Castañar o dejando atrás la Colonia Marconi; desde la estación bajando por Espinela, o desde el Puente Alcocer atravesando la avenida. Todos los caminos del distrito desembocan en el bulevar que encabeza el Ateneo en Villaverde. La plaza Ágata, quizás uno de los lugares más cálidos del barrio, abriga a este edificio desde hace cuatro décadas. Seguida del Paseo, que por su gentío constante y el encuentro entre un vecindario que ha ido renovandose con los años, toma forma de escenario donde trascurre la vida. Un lugar donde cobra vital importancia la geografía de la ciudad. En demasiadas ocasiones marcada por la precariedad y abandonada por las políticas dedicadas al callejero más céntrico. Ha sido habitual el desabastecimiento, no solo de unos servicios públicos de calidad, si no también de una oferta cultural y una dinámica social que asegure el bienestar de todas las personas que viven o llegan aquí.
El Ateneo siempre ha querido ser el contraste con ese plan destinado a Villaverde. La casa de tod@s l@s vecin@s que pese a las dificultades del día a día, mantienen las ganas de encontrarse en colectivo y rebelarse por una vida mejor. Un punto de encuentro para la convivencia y el apoyo mutuo, para disfrutar y aprender. Son incontables las iniciativas y actividades que se han puesto en marcha en este espacio con ese objetivo por bandera. Algunas duraron mucho tiempo, como los locales de ensayo y un proyecto integral de música, el grupo de mujeres artesanas, el comedor vegetariano y los talleres de cocina, o la escuela infantil Pequeñ@ Compañer@, que simbolizó las carencias en equipamientos municipales, y levantó una experiencia que nos unió definitivamente a la realidad más cercana. Otras fueron puntuales y el Ateneo sirvió de soporte, como las reuniones para organizar los carnavales en el barrio, los mercadillos de trueque, los grupos de consumo sostenible, la asamblea de parad@s o las clases de castellano coincidiendo con los encierros de migrantes contra la ley de extranjería. Muchas han sido una constante; cientos de conciertos con bandas de todos los lugares del mundo, otros cientos de charlas, conferencias y debates, algunos míticos como el encuentro de Radios Libres o el de Ateneos Libertarios del estado en la primera década, o una infinidad de representaciones artísticas en forma de teatro, circo, pintura o exposiciones de fotografía que han ido ocupado las paredes del salón de actos. Y todas las que han ido llegado en los últimos años: la Despensa Solidaria, fruto del movimiento 15M local, la compañía teatral Tarántula, los talleres de artes plásticas, el gimnasio y las clases de boxeo, el traslado de Radio ELA, el grupo de Mujeres Libres o el proyecto de acompañamiento respetuoso La Tribu.
Este camino se ha hecho con la misma voluntad, con la que en 1980 una manifestación de la recién legalizada CNT acabó por recuperar un edificio que pertenecía al patrimonio sindical que se había acumulado durante la dictadura. Desde entonces, el movimiento libertario toma el Ateneo como referencia, siendo una de las ocupaciones con más solera del estado. Fue sede para la Fundación Anselmo Lorenzo, que albergó en la tercera planta el archivo y la biblioteca, del periódico anarquista Tierra y Libertad, las federaciones de estudiantes libertari@s, o la solidaridad con las personas presas. Así como una larga lista de luchas y voces contestarías que echaron raíces en este local, y que hoy lo sienten y cuidan como suyo. El sindicato, mantiene intacto el espíritu con el que hace 40 años sus militantes retiraron las insignias fascistas de la fachada y quisieron proyectar luz sobre un barrio industrial y desfavorecido, que a lo largo de los años y los que están por venir, se mantiene alegre y combativo.
Nos vemos pronto en el Ateneo!
Mayo de 2020
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