A través de la recién promulgada Orden 2034/2023 del BOCM, el Gobierno de la Comunidad de Madrid (CAM) acaba de introducir cambios fundamentales en la regulación de la oferta de Bachillerato para personas adultas. Se toma la decisión de eliminar la modalidad de Bachillerato nocturno presencial, anunciando en su sustitución una nueva modalidad semipresencial. De esta forma, las clases presenciales se reducen a unas “tutorías colectivas” semanales que, combinadas con “tutorías online”, sustituyen las anteriores clases presenciales tradicionales. En términos concretos, las horas de asistencia obligatoria al centro se reducen a la mitad, ofreciéndose la otra mitad de la docencia en modalidad virtual de asistencia no obligatoria que puede ser visionada en diferido. Además, la nueva regulación unifica esta nueva modalidad semipresencial con la ya existente modalidad a distancia (completamente virtual), dando la posibilidad al alumnado de escoger entre ambas y también cambiar entre ellas a lo largo del curso en función de sus necesidades.
La justificación del Gobierno de la CAM de esta nueva regulación se sustenta en una supuesta necesidad de actualización pedagógica a los avances tecnológicos y de adaptación a los paradigmas contemporáneos de innovación educativa. Se argumenta que esta nueva modalidad, más flexible, se adapta mejor a las necesidades del alumnado que combina sus estudios de Bachillerato con otras actividades. Además, se plantea que el uso más intensivo de nuevas tecnologías permitirá un mayor desarrollo de la formación digital del alumnado, reforzando lo que es considerado por la CAM como una competencia fundamental para el desarrollo profesional en la actualidad.
Sin embargo, esta nueva regulación choca frontalmente con la realidad. En los últimos años alrededor de 4000 estudiantes han escogido cada curso la modalidad de Bachillerato nocturno presencial, frente a un número mucho menor de alumnado que se decantaba por la modalidad a distancia. Además, el porcentaje de alumnado que consigue obtener el título es mucho mayor también en la modalidad presencial. Es decir, los datos demuestran que el alumnado prefiere la modalidad presencial, donde consigue mejores resultados académicos. En esta situación, la nueva regulación básicamente condena al alumnado que optaba por la modalidad presencial a recibir menos clases y gestionar gran parte de su aprendizaje por su propia cuenta, lo que es más que probable que produzca en general peores resultados académicos.
El alumnado que opta por cursar el Bachillerato nocturno presencial es muy variado en perfiles y edades, pero la gran mayoría comparten haber tenido dificultades para obtener la titulación en la modalidad diurna tradicional. Encontramos aquí en general un alumnado con dificultades de aprendizaje, derivadas en su mayor parte de sus condiciones materiales de vida: falta de tiempo y buenas condiciones para el estudio por encontrarse simultáneamente trabajando, situaciones socioeconómicas complicadas, etc. Podemos entonces considerar que la mayoría de estas personas constituyen un alumnado vulnerable, que acude a la modalidad del Bachillerato nocturno presencial como la única opción que tienen para poder terminar los estudios de esta etapa educativa. Por tanto, el Bachillerato nocturno presencial ha sido hasta ahora una herramienta fundamental de apoyo para una parte vulnerable de nuestra sociedad, contribuyendo a brindar y hacer efectiva la igualdad de oportunidades en sectores sociales desfavorecidos.
Ante a esta realidad, y frente a una muy inconsistente argumentación pedagógica de la CAM, sólo nos cabe preguntarnos por qué opta la CAM por esta nueva regulación. Hay fuertes indicios para pensar que detrás de esta decisión existe un claro posicionamiento ideológico clasista. Eliminando el Bachillerato nocturno presencial pueden conseguir dos grandes objetivos en este sentido:
1. Reducir el gasto en educación pública e impulsar la privatización educativa
La nueva modalidad semipresencial y a distancia del Bachillerato para adultos permite mayores ratios de estudiantes por grupo, reduciendo así la contratación de profesorado. La reducción de la presencialidad también permite el abaratamiento de recursos, debido a que se precisarán menos aulas y material didáctico. El ahorro en estos rubros puede ser utilizado por la CAM para invertir más recursos económicos en apoyo a la educación concertada y privada, como vienen haciendo desde hace décadas. Además, la eliminación del Bachillerato nocturno presencial es más que probable que provoque la necesidad de apoyo externo por parte del alumnado, que se verá abocado a invertir en academias y clases privadas para poder superar con éxito sus estudios.
2. Aumentar el porcentaje de mano de obra barata y desempleo
El más que probable empeoramiento de los resultados académicos contribuirá a que exista un mayor número de alumnado que no consiga la titulación del Bachillerato. Esta situación reducirá las oportunidades de progreso socioeconómico de este alumnado, que se verá por lo general abocado a continuar siendo mano de obra barata en un mercado laboral cada vez más precarizado o directamente al desempleo. Como sabemos, el aumento del desempleo y de la mano de obra barata poco cualificada genera una competencia salarial que contribuye al abaratamiento general de los salarios, lo cual beneficia a las clases privilegiadas de nuestra sociedad, contribuyendo a aumentar sus cuotas de beneficio a costa del trabajo mal pagado de la clase trabajadora.
Como no podía ser de otra manera, esta nueva regulación llega justo antes del verano y con la directiva de ser implantada de forma inmediata en el próximo curso 2023/2024, dejando muy poco espacio para la movilización social en su contra. Desde un sindicato de clase como CNT, no podemos más que sumarnos a todos los esfuerzos posibles por denunciar y hacer frente a esta nueva regulación educativa clasista, que contribuye al empeoramiento de las condiciones laborales y vitales de las clases trabajadoras de la Comunidad de Madrid.