Cuenta con CNT – Esta crisis no la pagamos

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La clase trabajadora estamos viviendo una situación de indefensión laboral sin precedentes desde que se pusieron en marcha las medidas restrictivas para paliar los contagios por COVID19.

Primero fue la imposibilidad de la mayoría de las familias para conciliar durante el cierre de colegios. Se dejó a merced de las empresas una exigua recomendación del Gobierno para que estas lo facilitaran, pero que en la práctica se convirtió en la primera de las muchas vulneraciones que se han ido produciendo las últimas semanas. Una vez decretado el estado de alarma, las empresas de todos los tamaños se apresuraron a realizar ajustes de plantilla, que han ofrecido como resultado decenas de miles de trabajadoras y trabajadores afectados por ERTEs. La mayoría son aceptados sin que las cuentas de resultados arrojen esa necesidad. El disfrute de vacaciones por obligación, la cancelación de contratos de obra y servicio sin justificar, o la suspensión de los temporales, que apenas se pueden agarrar a la maltrecha legislación laboral, se han convertido en situaciones cotidianas.

Quienes han tenido que permanecer en sus puestos durante las dos primeras semanas de confinamiento, se han tenido que enfrentar a situaciones que ponen en riesgo su salud y seguridad profesional. Sin EPIs disponibles, o sin los necesarios para todo el personal, en muchas ocasiones ni siquiera se han cumplido con las mínimas recomendaciones de salubridad en los centros de trabajo como la desinfección de las zonas habituales, la distancia de seguridad entre personas o el suministro de geles y jabón. A última hora del domingo continuábamos en la más absoluta incertidumbre ante el nuevo decreto de actividades no esenciales. Mientras, la patronal de las grandes empresas presionaba en la trastienda de cara fiscalizar en su favor el permiso retribuido obligatorio.

¡Llenar los sindicatos!

La solución mágica existe y es asociarnos. Poner en común los problemas que nos afectan y organizarnos para recuperar derechos. Somos una herramienta que ofrece independencia económica de las instituciones y que levantamos gracias al esfuerzo de toda la afiliación. En los centros de trabajo formamos secciones sindicales que funcionan entre iguales y con absoluta capacidad para presionar y negociar mejoras en las condiciones. La solidaridad con cada compañera y compañero es nuestra línea de flotación, nadie se queda atrás porque permanecemos juntas en cada conflicto.

No sabemos ciertamente lo que nos espera tras la cuarentena, pero sí sabemos cómo queremos afrontarlo. Nuestra propuesta es llenar los sindicatos. De clase, combativos, los de barrio, de inquilinas, de empleadas de hogar, de manteros y otros trabajadores excluidos del sistema. Ya estamos preparando la respuesta a lo que viene. Lo hicimos en 2008 y en 2011, en las huelgas que secundamos, las mareas por los servicios públicos y la lucha en los portales contra los desahucios. Un movimiento feminista desbordante y una ola de solidaridad con las personas migrantes que quieren acceder a Europa. Ahora somos más fuertes y más conscientes que entonces. Que si no nos rebelamos, esta crisis la volvemos a pagar las que sostenemos la vida.

¡Súmate!