Reflexiones tras Linares

Resulta menos extraño de lo que parece. Un episodio de abuso policial en una ciudad española que aparezca en los medios, y que dé lugar a una respuesta más o menos espontánea del pueblo.

Al parecer, para encontramos con algo semejante,  teníamos que mirar hacia el otro lado del charco, concretamente a  los Estados Unidos para poder contemplar esos abusos de la autoridad que sufre la población negra. Años atrás, casi más de una década, se nos debe venir a la cabeza la bala que acabó con la vida del joven de 15 años Alexis Grigoropoulos en pleno barrio de Exarchia en Atenas. Pero esta vez la prepotencia de los que se denominan “amigo de todos” ha caído en una ciudad mediana de Andalucía: Linares.

El pasado viernes dos policías nacionales fuera de servicio se ensañaban, en la terraza de un bar del muncipio, con un hombre tras una discusión y, por si no fuera bastante muestra de su violencia, agredían a su hija de 14 años cuando acudió a defender a su padre. Ante tal escenario la gente recriminó la acción a los de paisano, recibiendo sólo respuestas violentas, manifestando su sobrada prepotencia de la que hacen gala allá donde se les vea.

No nos vamos a engañar, hemos tenido encontronazos con estos garantes de la seguridad del Estado, y queda patente de los que son capaces de llegarnos a hacer se encuentren o no fuera de servicio. Nos preguntamos ahora (irónicamente) si a estos piezas que han dejado a una persona probablemente tuerta, y a su hija con secuelas psiquiátricas al observar como su padre era agredido sin ella poder hacer nada, se les aplicará algo así como un delito de terrorismo. Decimos esto último por que las circunstancias (tomar algo en un bar, aparecen unos maderos, alguno se pone chulo, etc.) nos recuerdan a aquel episodio de Altsasua donde 8 jóvenes llegaron a juicio con penas de más de 50 años solicitadas por la fiscalía y con alguno de ellos en prisión preventiva hasta el juicio. ¿Podremos volver a ver algo así cuando se ha dado la vuelta a la situación?

Centrándonos en el lugar de los hechos, Linares, hay que ir un poco más allá para poder comprender la respuesta a la policía que se ha producido tras lo sucedido el viernes. Una respuesta que se traduce en un contexto de descontento social en la ciudad con más desempleo del país y que se ha visto despojada de su potente industria minera y automovilística.

Una población que se enfrenta a la policía, pero que se está enfrentado sólo a esa pequeña parte que defiende un sistema que les condena a desempleo, precariedad y emigración (nacer, crecer, formarse, y hacer las maletas). Linares se ha cansado de no obtener soluciones, de una guerra de competencias en las que sólo caben  reproches mutuos entre corporación municipal, Junta de Andalucía y gobierno central. Mientras tanto la única respuesta institucional son los hematomas y, en esta ocasión, hasta munición real.

Los vecinos y vecinas  linarenses saben que no pueden esperar nada de nadie, ni muchos menos de la notoria brutalidad policial que se gastan ya sean los de azul, los de verde, o los “munipas”. Sabemos en qué lado están a pesar de que de forma temprana  los voceros del régimen como el Ferreras o portavoces de asociaciones y sindicatos policiales reafirmen en que no todos son así y que los hechos ocurridos son una excepción. Forman parte del mismo conglomerado que no va a parar de quitarnos derechos y libertades amparados por el gobierno de turno sea cual sea. Estamos en tiempos jodidos, así que más vale que estemos preparados antes situaciones como las sucedidas estos días.

CNT Comarcal Sur Madrid

Linares